domingo, 10 de julio de 2011

Es indispensable cultivar la oración

Autora: Rebeca Reynaud
Fuente: Revista Inquietud Nueva No. 159, Mayo-Junio 2011, p. 36-37
Le preguntaron a María Simma, campesina austriaca mística en el tema del purgatorio: "Si yo no rezo nunca y hoy deseo hacerlo, ¿qué me aconsejaría?". Ella contestó Apague la televisión, desconecte el teléfono, vaya a su habitación y cierre la puerta. Busque una fotografía de Jesús o un Crucifijo y predisponga su atención en esa dirección. Durante este tiempo entréguele su corazón a Él y solamente a Él. Podría empezar con 15 minutos de oración y luego aumentar hasta llegar a una hora. Si es constante durante un mes, se sorprenderá de la paz y el gozo que tendrá. Posteriormente se sentirá en la necesidad de cambiar radicalmente su vida.
Toda persona tiene, misteriosamente, el deseo de llegar a la intimidad con Dios; y esto es posible para todo el mundo; basta un poco de esfuerzo y darle tiempo a Dios. Cada persona tiene su manera propia de orar; sin embargo, en la oración no cuenta tanto lo que hacemos sino lo que Dios hace. No podemos ponernos delante del sol sin broncearnos, ni ponernos delante del fuego sin calentarnos. nos puede parecer desastrosa nuestra oración y Dios, durante ese tiempo, en secreto, realiza obras en nuestra alma., Todos los frutos que hay de la oración no son consecuencia de nuestros pensamientos, tienen su fuente en Dios. ¡Sólo en el Cielo conoceremos los resultados de nuestra oración!
Dice el profeta Jeremías: "Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces" (Jer 33,3). Lo primero es fijar unos minutos diarios dedicados en exclusiva al Señor; a Él le gusta que le dedquemos tiempo. Luego hay que partir de que somos amados por Dios, y dejarnos amar como somos ¿Temas para hablar con Dios? Hay que hablar de Él, de ti; de tus penas y alegrías, planes y preocupaciones. Cuando decimos: "Señor, te amo", ya lo dijimos todo.
Elñ hombre está hecho para hacer oración, para la alianza. Dios espera esa confidencia nuestra, Si no vamos al paso de Dios es por falta de oración. La realidad es como la vemos en la oración. Hay que ser decididamente sobrenaturales. Vamos a apostarle a la oración. La dignidad de nuestra vocación se nos descubre en la oración.
Juan Arintero, autor del libro Renace la mística llegó a decir que el mejor método para hacer oración es no tener ninguno. Señalaba que el guía por antonomasia era el Espíritu Santo, cuyas inspiraciones no pueden ser sometidas a la estructura de un método. A su juicio, el peligro está en tener miedo al Espíritu que sopla donde quiere y, a veces, en direcciones que pueden parecer humanamente desconcertantes. Arintero repite a menudo que los miembros más activos de la Iglesia son los contemplativos.
México tiene el 1er. lugar de adoradores nocturnos. Cuenta con 4 millones. La súplica a Dios agrande el corazón y nos dispone a recibir más gracias. El activismo desmedido impide la vida intensa dentro de nosotros. Si hay deseos de agradar a Dios, habrá oración, pero mientras no digamos "hágase tu voluntad", no hacemos oración.
¿Porqué debo alzar mi mente a Dios? Porque si no rezo, no se disciernen los espíritus, no entiendo a las almas, ni sé lo que quiere Dios de mí. Hemos de rezar para que se nos ocurran cosas, para tener iniciativas en nuestra vida interior. Dice Benedicto XVI, que el Espíritu Santo nos puede hacer ingeniosos en la caridad. Por su parte, Juan Pablo II decía que si no hay ideas, hay poca oración.
Si hacemos oración, Jesús nos podría decir: "Cierra los ojos del alma y confía. Y continúa diciéndome a toda hora: Jesús, yo confío en tí".
Nosotros podemos decir a Dios una oración como ésta: "Padre lleno de amor, que nos concedes siempre más de lo que merecemos y deseamos, perdona misericordiosamente nuestras ofensas y otróganos aquéllas gracias que no hemos sabido pedirte y tú sabes que necesitamos" (Oración colecta del Domingo XXVII de la semana del tiempo ordinario).

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