domingo, 19 de mayo de 2013

Pentecostés


(Vitral de la Catedral de Zamora, Michoacán -detalle-)

«Hemos visto la verdadera Luz, hemos recibido el Espíritu celestial, hemos encontrado la verdadera fe: adoramos la Trinidad indivisible porque ella nos ha salvado» 
(Oficio Bizantino de las Horas. Oficio Vespertino del día de Pentecostés, Tropario 4)

El día de Pentecostés (al término de las siete semanas pascuales), la Pascua de Cristo se consuma con la efusión del Espíritu Santo que se manifiesta, da y comunica como Persona divina: desde su plenitud, Cristo, el Señor (cf. Hch 2, 36), derrama profusamente el Espíritu. (CIC, 731)

En este día se revela plenamente la Santísima Trinidad. Desde ese día el Reino anunciado por Cristo está abierto a todos los que creen en Él: en la humildad de la carne y en la fe, participan ya en la comunión de la Santísima Trinidad. Con su venida, que no cesa, el Espíritu Santo hace entrar al mundo en los "últimos tiempos", el tiempo de la Iglesia, el Reino ya heredado, pero todavía no consumado. (CIC, 732)

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CONSAGRACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
(Para rezarse en Pentecostés o vigilia más próxima)

Oh Espíritu Santo, Espíritu Divino de luz y de amor: yo te consagro durante mi vida y para la eternidad, mi inteligencia, mi corazón, mi voluntad y todo mi ser.

Que mi inteligencia sea siempre dócil a tus celestiales inspiraciones y a las enseñanzas de la Santa Iglesia Católica, de la cual eres el Guía infalible; que mi corazón esté siempre inflamado en el amor de Dios y del prójimo; que mi voluntad sea siempre conforme a la voluntad divina, y que toda mi vida sea una imitación fiel de la vida y de las virtudes de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, a quien, al Padre y a Ti, oh Espíritu Santo, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.


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