domingo, 29 de noviembre de 2015

Primer Domingo de Adviento


Encendemos, Señor, esta luz, como aquel que enciende su lámpara para salir en la noche al encuentro del amigo que ya viene. En esta primera semana de Adviento queremos levantarnos para esperarte preparados; para recibirte con alegría. Muchas sombras nos envuelven. Muchos halagos nos adormecen. Queremos estar despiertos y vigilantes, porque tú traes la luz más clara, la paz más profunda y la alegría más verdadera. 

Despiértanos, Señor, para avistar a los desesperados de la vida, para poder ver a los que sólo esperan cosas menores que ellos mismos, para entrever a los que no tienen o perdieron la ilusión en Ti para divisar a los que tienen su futuro cargado de dudas e increencia; para que en nuestro entorno seamos testigos claros de tu luz y motivos creíbles de esperanza,

¡Maranatha, ven, Señor Jesús!

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