sábado, 20 de febrero de 2016

Adoración y apostolado

La adoración es la contestación más urgente que debemos oponer a una sociedad donde la eficacia ha llegado a ser un ídolo, sobre cuyo altar se sacrifica muchas veces hasta la misma dignidad humana.
El tiempo consagrado al Señor no quita nada al apostolado. Muy al contrario, es fuente de fecundidad en el apostolado.
Lo mismo que el alma al cuerpo, así la oración da vida, coherencia, espíritu, finalidad, al movimiento apostólico.
La adoración ante todo nos sitúa ante al El Señor, nos purifica en las intenciones, en los sentimientos, en nuestro corazón y produce la conversión interior sin la cual no hay verdadero apostolado.
Recordad frecuentemente que un rato de verdadera adoración tiene más valor y fruto espiritual que la más intensa actividad, aunque se trate de la misma actividad apostólica.

 San Juan Pablo II


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