lunes, 2 de mayo de 2016

Preces expiatorias



TIEMPO PASCUAL
(Acción de gracias)

¡Señor Jesús, que por amor a los hombres estás ahí, realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar! Tú eres la Luz que ilumina nuestras mentes;el Camino, para los que peregrinamos hacia la Jerusalén celeste; la Verdad, para los que buscamos pequeñas verdades entra tantas falsedades; la Vida, que alimenta nuestras almas, asediadas por el mundo, la materia y el espíritu del mal; eres la vid, en que estamos insertos.

Tu Presencia amorosa nos está preguntando como un día a Pedro: "Pedro, ¿me amas?".

Para corresponder a tu amor, queremos imitarte reparando, y a la vez desagraviarte por los pecados nuestros y por los de todos los hombres, y orar también en general por todos los pecadores.

Celebrando la Pascua de tu Resurrección, queremos continuar la alabanza de Navidad y Epifanía, por tantos dones buenos que nos hiciste, pero además agradecerte los dones inmensos que, con tu muerte, nos obtuviste, y son fuente de alegría, de optimismo, de amor y de generosidad, puesto que en realidad eres tú quien en ellos te das. Aunque en el hombre, cuando es feliz, es  natural el olvidar, te pedimos ser sobrenaturales y agradecidos, como el leproso extranjero, entre aquellos diez sanados por ti.

* * *
Por habernos reconciliado con el Padre, con tu expiación sangrienta de nuestros pecados, liberándonos del infierno y abriéndonos camino al cielo y a la resurrección de la carne...
¡Te damos gracias, Señor!

Por  habernos constituido en comunidad eclesial, en "comunión de los santos", sobre la roca de Pedro, con funciones sacerdotal, profética y real, de las que todos participamos...
¡Te damos gracias, Señor!

Por el sacramento del bautismo, con que lavas nuestras culpas, nos infundes las virtudes, nos haces hijos de Dios y miembros y testigos de tu Iglesia...
¡Te damos gracias, Señor!


Porque nos infundes especialmente el Espíritu Santo en la Confirmación, impulsándonos al apostolado, obligándonos a difundir y defender la fe...
¡Te damos gracias, Señor!


Porque, previendo nuestras caídas, nos das, con tu misericordia, el perdón de las ofensas y la reconciliación, contigo y con la Iglesia, en el Sacramento de la Penitencia...
¡Te damos gracias, Señor!


Por poder ofrecerte a Ti, al Padre, como Víctima divina, y ofrecernos, conjuntamente con ella en la sagrada Comunión, participando del Sacrificio eucarístico, fuente y cumbre de toda la vida cristiana...
¡Te damos gracias, Señor!


Por ayudarnos en los momentos difíciles y librarnos del temor a la muerte, animándonos a asociarnos a tu pasión y muerte, en la Unción de los enfermos.
¡Te damos gracias, Señor!

Por asegurar y administrarnos los sacramentos, las enseñanzas y la unidad de vida en Cristo, por medio del Sacramento del Orden...
¡Te damos gracias, Señor!

Por elevar a sacramento la unión natural de hombre y mujer, establecida al principio de la creación, como prenda de gracias y de fuerzas para realizar los fines y obtener los bienes del Matrimonio.
¡Te damos gracias, Señor!

Por estar presente en tu Iglesia de tantas formas reales, aunque misteriosas: por excelencia en la Eucaristía, en la jerarquía, en los pequeñuelos, en dos o más reunidos en tu nombre, en la Iglesia peregrina, orante, oferente y ofrecida.
¡Te damos gracias, Señor!

Por enviarnos al Espíritu Santo, Paráclito, Espíritu de la verdad, dulce Huésped del alma, con sus dones y sus frutos.
¡Te damos gracias, Señor!

OREMOS: 
Querríamos estar, Señor, dándote gracias sin fin: los hechos que celebramos así lo muestran y exigen.
Por tu gracia hemos visto y creído; haz, Señor, que no la perdamos y aprovechemos bien estos dones y sacramentos para conseguir los frutos para los que los instituiste.
Y que los sepamos agradecer, diciendo, como tu Hijo: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla». Amén.

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