jueves, 30 de mayo de 2013

Corpus Christi

(Adaptado de la Vigilia General de Corpus)

Señor nuestro Jesucristo:

Creemos que en el Sacramento del altar estás presente con tu humanidad, que un día resucitó de entre los muertos, como prenda y garantía de nuestra futura resurrección.

Camino de Emaús, has salido al encuentro de nuestra miseria y desesperación. Tus palabras de vida eterna han traído a nuestro corazón el calor y la esperanza, mientras caminábamos en las tinieblas y en las sombras de la muerte. Te has adelantado a nuestra invitación y te has quedado con nosotros. Y nosotros te hemos reconocido en la fracción del pan.

Por esto, hoy queremos estar contigo, para agradecerte el banquete que nos das.

Tú dijiste: «El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día» (Jn 6, 55). Siembra, Señor, en nosotros esta semilla de inmortalidad, que es tu cuerpo y tu sangre, resucitados de entre los muertos.

Y riégala siempre con el rocío de tu Santo Espíritu, para que se cumpla en nosotros la afirmación de tu Apóstol: «Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por el mismo Espíritu que habita en vosotros» (Rom 8,11).

Tú eres, Señor, el pan de vida.
Mi Padre es quien os da verdadero pan del cielo.
Tú eres, Señor, el pan de vida.
Quien come de este pan, vivirá eternamente.
Tú eres, Señor, el pan de vida.
Aquel que venga a mí, no padecerá más hambre.
Tú eres, Señor, el pan de vida.
Mi Carne es el manjar, y mi Sangre la bebida.
Tú eres, Señor, el pan de vida.
El pan que yo daré, ha de ser mi propia carne.
Tú eres, Señor, el pan de vida.
Quien come de mi Carne, mora en mi y yo en él.
Tú eres, Señor, el pan de vida.
Bebed todos de él: es el cáliz de mi Sangre.
Tú eres, Señor, el pan de vida.
Yo soy el pan de vida, que ha bajado de los cielos.
Tú eres, Señor, el pan de vida.
Si no coméis mi Carne, no tendréis vida en vosotros.
Tú eres, Señor, el pan de vida.
Si no bebéis mi Sangre, no tendréis vida en vosotros.
Tú eres, Señor, el pan de vida.
Quien bebe de mis Sangre, tiene ya la vida eterna.
Tú eres, Señor, el pan de vida.
Mi Cuerpo recibid, entregado por vosotros.
Tú eres, Señor, el pan de vida.

RESPONSORIO

V. «Todos andábamos errantes, como ovejas, siguiendo cada uno su camino, y Dios cargó sobre él la iniquidad de todos nosotros. Maltratado y afligido, no abrió la boca, como cordero llevado al matadero». (Is 53, 6-7)
R. Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
V. «Éste es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo». (Jn 1, 29)
R. Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
V. «Yo soy el pan de vida; el que viene a mí no tendrá más hambre, y el que cree en mí jamás tendrá sed». (Jn 6, 25)
R. Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
V. «Moisés no os dio pan del cielo, es mi Padre, el que os da el verdadero pan del cielo; porque el pan del cielo es el que baja del cielo y da la vida al mundo». (Jn 6, 32-33)
R. Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
V. «Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron. Este es el pan que baja del cielo, para que el que lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma este pan vivirá para siempre, y el pan que yo le daré es mi Carne para la vida del mundo». (Jn 6, 48-51)
R. Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
V. «Éste es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros... Ésta es mi Sangre, que por vosotros será derramada» (Mc 14, 22-24)
R. Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.

* * * * *
La presencia real de Cristo entre nosotros, su sacrificio redentor que se renueva en la Santa Misa, y la recepción de su Cuerpo y de su Sangre como alimento en la Comunión, constituyen para nosotros un honor; pero también una gran responsabilidad. Todo ello nos obliga a alistarnos bajo la bandera de Cristo con todas sus consecuencias, sobre todo, a vivir en la caridad la Comunión con todos los que participan en la misma fe, se benefician de la misma redención y se alimentan con el mismo pan que ha bajado del cielo.

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