sábado, 7 de abril de 2012

Sábado Santo

El sábado es un día de austeridad. De silencio y reflexión. Salvo por el rezo del Oficio Divino, la atención se centra en la Vigilia Pascual, la noche más importante del año; no hay más que este evento central. No hay ejercicios de piedad, y el templo luce vacío, solitario. Incluso para el rezo del Oficio hay pocos feligreses, acentuando esa sensación de soledad.


Don Luis aprovecha el momento inicial de la oración para agradecer a los Canónigos su oración, sus servicios y su apoyo durante toda su gestión. Vuelve sobre su despedida: será la última vez que rece este Oficio en su compañía. No habrá otro. La siguiente vez, en las festividades de San Luis Rey, será el nuevo Arzobispo, don José Carlos Cabrero Romero, quien esté al frente.

* * *

Pasados un poco el luto y la honda impresión del Viernes Santo, hoy es más marcado el silencio, el recogimiento. Es un día para meditar; también para sentir esa "ausencia" divina, y entrar en el clima de espera de la Resurreción.

Hoy me llamó la atención la cita (de una antigua homilía sobre el Santo y grandioso Sábado), con que inició la reflexión durante el rezo del Oficio. Creo que define con precisión el "clima" de este día:

"¿Qué es lo que pasa? Un gran silencio se cierne hoy sobre la tierra; un gran silencio y una gran soledad. Un gran silencio, porque el Rey está durmiendo; la tierra está temerosa y no se atreve a moverse, porque el Dios hecho hombre se ha dormido..."


0 comentarios:

Publicar un comentario