lunes, 31 de diciembre de 2012

Ejercicio de fin de año

Exposición del 31 de diciembre del 2012
Parroquia Nuestra Señora de la Paz, San Luis Potosí, México.


EJERCICIO DE FIN DE AÑO
(Adaptado del Ritual de la Adoración Nocturna Mexicana)

Acto de Presencia:
Señor nuestro, Jesucristo, estamos aquí reunidos para un acto -la despedida y principio de un año- que todos celebran alegremente y al que nosotros queremos dar un sentido cristiano, reconociendo que Tú, eres el Señor del tiempo.
Queremos que cuantos estamos a tu alrededor, seamos por Ti, un poco más de Dios.
Que tengamos todos la eficiencia apostólica de la santidad, viviendo al máximo tu vida.
Que sepamos servirte, Señor, no tanto como nosotros queramos, sino como Tú quieras, perseverando en Ti por la voluntad; poniendo toda nuestra vida a tu servicio.
Que el Espíritu Santo informe nuestra acción.
Que nuestra espiritualidad, centrada en la Eucaristía, nos una más a Ti, nuestro Salvador.
Que todos nuestros actos nos sirvan para llevarnos a Ti y ser testimonios durante nuestro paso terrenal de nuestra condición de cristianos.
Para pedirte todo esto estamos aquí; y para darte gracias por cuanto hemos recibido de Ti, avergonzados de lo poco -quizás nada- con que hemos correspondido.
Confiados en tu infinita misericordia divina, nos acojemos a la gran bondad de Dios, seguros del perdón y del favor de la gracia que hemos de recibir para ser más cada día, hombres y mujeres a tu servicio.

* * *
Durante el año que termina, en repetidas ocasiones Dios se ha servido de nosotros, quizá, para hacer grandes cosas. No seamos vanamente presumidos. Elevemos a Dios nuestro cántico de gratitud, con las mismas palabras de la Virgen. Cristo, viviente en nosotros por la gracia, será también quien inspirará en nuestra vida las normas más auténticas de vida sobrenatural.

Antífona:
¡Qué bueno es, Señor, tu espíritu!
Para demostrar a tus hijos tu ternura, les has dado un pan delicioso bajado del cielo, que colma de bienes a los hambrientos, y deja vacíos a los ricos hastiados.

CÁNTICO DE MARÍA (Lc. 46-55)
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí;
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo;
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona:
¡Qué bueno es, Señor, tu espíritu!
Para demostrar a tus hijos tu ternura, les has dado un pan delicioso bajado del cielo, que colma de bienes a los hambrientos, y deja vacíos a los ricos hastiados.


ORACIÓN:

Santa María, Madre de Dios:
consérvame un corazón de niño
puro y transparente como una fuente;
consígueme un corazón sencillo,
que no saboree las tristezas;
un corazón fiel y generoso,
que no olvide ningún bien
y no guarde rencor por ningún mal.
Hazme un corazón grande e indomable,
que por ninguna ingratitud se resienta,
al que ninguna indiferencia canse.
Un corazón atormentado
del deseo de la gloria de Jesucristo,
herido de su amor
y cuya llaga no se cure sino en el cielo.
Amén.


TE DEUM


Oremos:
Oh Dios,
que en este sacramento admirable
nos dejaste el memorial de tu pasión,
te pedimos nos concedas venerar de tal modo
los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre
que experimentemos constantemente en nosotros
el fruto de tu redención.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

Por siempre, yo cantaré tu nombre, Señor.

ORACIÓN PARA LA PAZ
Señor, Dios de paz,
que has creado a los hombres,
objeto de tu benevolencia,
para constituirles en familiares de tu gloria:
Te bendecimos y te damos las gracias
porque nos enviaste a Jesús,
tu Hijo amadísimo,
e hiciste de Él, en el misterio de su Pascua,
el artífice de toda salvación,
la fuente de toda paz,
el vínculo de toda fraternidad.

Te damos gracias
por los deseos, los esfuerzos, las realizaciones
que tu Espíritu de paz
ha suscitado en nuestro tiempo,
para reemplazar el odio con el amor,
la desconfianza con la comprensión,
la indiferencia con la solidaridad.

Abre más y más
nuestros espíritus y nuestros corazones
a las exigencias concretas del amor
de todos nuestros hermanos,
a fin de que seamos todos
artífices constantes de paz.

Acuérdate, Padre de misericordia,
de todos los que padecen sufren y mueren
al engendrar un mundo más fraternal.
Venga tu Reino de justicia,
de paz y de amor
a los hombres de toda raza.
Y que la tierra se llene de tu gloria. Amén.






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