Autor: Alessandro Pronzato
Título: "La boca se nos llenó de risas". Sentido del humor y fe
Editorial: Salterrae.
Año de publicación: Santander, 2006
Número de páginas: 304
Colección: El pozo de Siquem
«El sentido del humor es piedad y amor al mundo precisamente allí donde se muestran su insuficiencia y su necedad. El hombre que tiene sentido del humor ama al mundo, a pesar de la imperfección de éste; más aún, lo ama precisamente en esta imperfección. El amor es siempre un "sí" a lo que es, una alegría genuina por lo que es. De este modo, el amor al mundo, propio sentido del humor, es también, al mismo tiempo, la alegría del mundo y expresa la gratitud a Dios por poder vivir en este mundo imperfecto... la certeza de que todo lo que es finito está envuelto en la gracia de Dios».
Es un peligro tocar ciertas aureloas, es un peligro estallar en una carcajada liberadora que elimine, como una ráfaga de viento irreverente, ciertos polvos y mohos seculares. Las cosas de la religión están envueltas en un manto de seriedad y solemnidad. Es peligroso arrancar ese paño y poner de manifiesto que "el rey está desnudo". Si hubiera verdaderamente seriedad, si la religión fuera una cosa seria, entonces también tendría derecho de asilo la broma, la risa o cuando menos la sonrisa. La falta de sentido del humor denuncia, sin embargo, de manera inequívoca, que la fe no ha sido tomada bastante en serio. Dice el papa Urbano IX, protagonista ficticio de una novela de Bruce Marshall que "sólo los que creen profundamente en la religión pueden bromear sobre ella".
* * *
Alessandro Pronzato es un sacerdote italiano, maestro y periodista que ha publicado más de cien obras, traducidas ya a diferentes lenguas. Obviamente, se caracteriza por su inagotable sentido del humor que le es extremadamente útil para proporcionar enfoques novedosos sobre temas más que vistos. El guiño al trabajo de Marshall no es casual: en la mencionada obra de Marshall el Papa Urbano IX es sucesor del Papa Marx I ¿Gracioso? ¡Pues para mí sí que lo es!.
En esta obra, la primera que conozco de Pronzato (soy lenta, ignorante, pobre ¡y qué!), aparte de desglosar con maestría los fundamentos bíblicos de la risa y ofrecer argumentos irrebatibles sobre el sentido del humor Divino (sobre el incorregible hábito de Dios de bromear con el hombre), el autor realmente hace pasar un buen rato echando mano de una respetable colección de chistes, anécdotas, máximas y demás que forman parte del equipaje humorístico no sólo del catolicismo y el protestantismo, sino también del judaísmo y el Islam.
La obra de Marshall también tiene un pequeño apartado, en las nueve últimas páginas del libro. Aún y con todo el sentido del humor, fiel a su premisa, el autor consigue "sacudir la polilla" de nuestros conceptos mentales sobre lo que es correcto y no en el terreno espiritual y ofrece un bálsamo que, de embadurnarnos con él, corremos el peligro de volvernos más comprensivos y ligeros, además de mucho más religiosos y tremendamente alegres y, por si eso no fuera poco, aprenderíamos a apreciar las bromas de Dios...lo cual, a mi gusto, es el quid de toda la obra: aprender a reírse... con Dios
Lo único malo (o quizás bueno) es que el autor insistió en que, en la traducción, fuesen eliminadas algunas anécdotas del Padre Pío (San Pío de Pietricina), por considerar que, fuera del contexto lingüístico propio del santo, serían incomprensibles; cosa que es muy plausible, puesto que las anécdotas de este personaje que sí aparecen no consiguen reflejar en nuestro idioma tanta gracia; aunque en el dialecto italiano original debe ser otro boleto.
Gracias a este libro la magia de la lectura volvió a envolverme.
Cierto día, ojeando la respetable colección de la librería de Catedral en SLP, en busca de algún nuevo material de Carlo María Martini, lo descubrí por "causalidad" ¡Y no pude devolverlo al estante! me gasté todo que llevaba. Casi me quedo a pie porque me sobraron apenas 10 pesillos, y comencé a leerlo: lo leí mientras caminaba de la librería hacia el interior de la catedral, lo leí mientras visitaba al Santísimo Sacramento, lo leí caminando hacia la parada del camión, lo leí camino desde la parada del camión a casa, continué leyéndolo en casa hasta que terminé.
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Y para que vean que no soy mala malosa, aquí dejo unas cuantas citas:
DE JUDIOS:(abreviado)
Un turista americano, converso al judaísmo observa por espacio de cinco horas a un judío ortodoxo orar ante el Muro de las Lamentaciones. Después de emitir juicios poco favorables y de continuar contemplándolo, estupefacto, se decide a preguntar: "perdone usted ¿De dónde saca las fuerzas para semejante fe un hombre de su edad? ¿Qué es lo que le induce a tal fervor?"
El viejo, sorprendido por semejante pregunta, replica con absoluta convicción: "¿Qué quiere decir 'qué' 'cómo' 'porqué'? Tengo muchas cosas que pedir al Señor del Universo y quiero que me escuche, tengo absoluta necesidad de que Él me escuche ¿Puede usted comprender esto? Y como quiero que Él escuche todas mis peticiones rezo, y rezo también con todo mi cuerpo, como enseña el Caboleh ¿comprende ahora?. El turista le pregunta con sincera curiosidad: "perdone usted; pero ¿funciona?"
El viejo judío suspira, enarca las cejas, se encoge de hombros y responde: "¿Tiene usted idea de lo que significa hablar con un muro?".
DEL VATICANO:
Durante el pontificado del papa Pacelli, había dos sustitutos en la Secretaría de Estado: monseñor Montini, como Secretario para los Asuntos Ordinarios y monseñor Tardini, como Secretario para los Asuntos Extraordinarios.
Un día pidió audiencia un religioso francés a monseñor Tardini para contarle que un cardenal había dicho en público una gran tontería. Monseñor Tardini no se descompuso en lo más mínimo y replicó: "Que un cardenal diga una tontería es un asunto ordinario, por consiguiente, diríjase a Montini, porque yo sólo me ocupo de los asuntos extraordinarios".
DE TEÓLOGOS:
Un buen día Juan XXIII dijo unas palabras extremadamente lisonjeras acerca del teólogo Karl Barth (exponente del protestantismo liberal), calificándolo como "El teólogo más importante de nuestro siglo"... Cuando Barth fue enterado de este comentario que había expresado el Sumo Pontífice, se mostró más alarmado que contento y la razón fue esta: "¡Estoy en un verdadero apuro, Dios mío!... Esto va a terminar obligándome a admitir que el Papa es verdaderamente infalible"
MI FAVORITO:
Un día, los tres miembros de la Santísima Trinidad deciden pasar unas vacaciones en la Tierra, cada uno de ellos en un sitio distinto, en función de sus preferencias:
El Padre dice: "Yo me voy al Cuerno de África, para encontrar el jardín del Edén de los orígenes". El Hijo se decide por Galilea: "Allí transcurrió felizmente mi juventud y deseo experimentar de nuevo la emoción de aquel estupendo ambiente, donde tenía tantos amigos". El Espíritu Santo, en cambio, quiso satisfacer, por fin, una curiosidad: "He decidido ir al Vaticano, porque nunca he estado allí".
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