domingo, 6 de enero de 2013

Preces Expiatorias

Templo Expiatorio a Cristo Rey. Antigua Basílica de Guadalupe. México, D.F.
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NAVIDAD Y EPIFANÍA
(Alabanza)

¡Señor Jesús, que por amor a los hombres estás ahí, realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar! Tú eres la Luz, que ilumina nuestras mentes; el Camino para los que peregrinamos hacia la Jerusalén celeste; la Verdad, para los que buscamos pequeñas verdades entre tantas falsedades; la Vida, que alimenta nuestras almas, asediadas por el mundo, la materia y el espíritu del mal; eres la Vid, en que estamos insertos.
Tu presencia amorosa nos está preguntando, como un día a Pedro: "Pedro, ¿me amas?".
Para corresponder a tu amor, queremos aquí nosotros, comunidad de adoradores, imitarte reparando, y a la vez desagraviarte por los pecados nuestros y los de todos los hombres, y orar también en general por todos los pecadores.
Humillados, contritos, perdonados, alimentados en ágape celestial, implorando la intercesión de la Virgen santa María, Madre tuya y nuestra, inmaculada, asunta al cielo y medianera, todos unidos en esta noche, reconociendo nuestra propia incapacidad, pero enardecidos por tu Corazón, movidos por tu Santo Espíritu, y en adoración al Padre, elevamos nuestras voces suplicantes, para que aceptes benigno nuestra oblación.
Celebrando los misterios de tu Encarnación y Nacimiento, gozosos de contemplarte en carne visible, queremos alabarte y proclamar especialmente nuestro amor, porque te has mostrado infinita y tiernamente amable. No hay otra religión en la tierra que nos hable de un Dios-Hombre, ni misterio tan humano en que tan de lleno entremos. Y, pues, a pesar de todo, hay tantos que no te aman y tantos que no te amamos bien, con humildad, en desagravio, queremos glorificarte.

Porque creaste la luz y las aguas y la tierra y viste que era bueno...

¡Te amamos, Señor y te alabamos!

Porque creaste los astros -y una estrella dirigiste a Belén-, y las plantes y los peces, y las aves y las bestias y los hombres, y viste que todo era bueno.

¡Te amamos, Señor y te alabamos!

Porque pusiste en el hombre la razón, la voluntad, la libertad y el amor, y el deseo y la facultad de gozarte eternamente en el cielo.

¡Te amamos, Señor y te alabamos!

Porque a causa y a pesar del pecado de Adán y de todos los demás, fue tanto tu amor al mundo que a él te dignaste venir.

¡Te amamos, Señor y te alabamos!

Porque realizas tus planes de modo sabio y misterioso, sin menoscabo ninguno de la libertad humana.

¡Te amamos, Señor y te alabamos!

Porque permites al hombre, para su progreso y bien, sondear y descubrir con la ciencia y con la técnica, los secretos que escondiste en todos los seres creados.

¡Te amamos, Señor y te alabamos!

Porque ya en la Epifanía mostraste tu deseo de que todos los humanos vengan al conocimiento de la Verdad, que eres Tú, y se salven.

¡Te amamos, Señor y te alabamos!

Porque en espera de que los cristianos extendamos tu mensaje, ya en muchas partes dle mundo, a través de diversas religiones, haces que los hombres quieran amarte y seguirte.

¡Te amamos, Señor y te alabamos!

Porque te hiciste niño pequeño, y porque hoy estás en los niños pequeños y en los pobres y en los hambrientos y en los enfernos y en los encarcelados, para que en ellos te amemos.

¡Te amamos, Señor y te alabamos!

Porque al nacer y al morir Tú en la tierra nos diste por Madre a tu Madre.

¡Te amamos, Señor y te alabamos!

OREMOS:

Te queremos amar, Señor, pero no sabemos. Te queremos alabar, pero lo olvidamos. Infúndenos tu amor de tal manera, que te amemos como Tú nos amaste, hasta el fin, por encima de todo. Y que nos amemos mutuamente los hermanos, porque mucho que nos cueste; y a los enemigos, por difícil que parezca, como Tú hiciste cuando estabas en la cruz. Por tal Amor, Señor, te alabaremos por los siglos de los siglos.
Amén.

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