domingo, 19 de mayo de 2013

El don de Entendimiento

El don del entendimiento espiritual da claridad, fuerza, serenidad a nuestro obrar, para hacernos descubrir entre los pliegues de la vida cotidiana la presencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, para hacernos contemplar en nuestras cruces la presencia del Resucitado.
    «Jesús dijo: "El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día". Luego dijo a todos: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame".» (Lc 9, 22-23)
Jesús vive totalmente para el Padre, vive totalmente para los otros e intuye claramente a dónde lo llevará el amor en un mundo malo. Este "debe" está puesto para indicar la intuición profunda de Jesús, de lo que le acontecerá al vivir una entrega al Padre y a los hombres en un mundo de pecado. Debe sufrir mucho. Y no sólo sufrir, sino ser reprobado, es decir un sufrimiento que toca todas las dimensiones de la persona: el no sentirse aceptado, el sentirse rechazado, aplastado, eliminado por la sociedad. No por cualquiera, sino por las autoridades civiles, religiosas y culturales, ancianos, sumos sacerdotes y escribas. Eso equivale a decir que para Jesús realmente no hay espacio de vida. Finalmente será llevado a la muerte, rechazado hasta ser eliminado. Y luego resucitará y aquí está la inversión de todo.

Contemplamos en las palabras de Jesús su inteligencia ante el misterio de Dios, que es amor hasta la muerte, y ante la victoria de la vida sobre la muerte. Jesús intuye, comprende hasta el fondo todo esto. El suyo es un don, una actitud de inteligencia profunda de los misterios de Dios, del hombre y de la historia.

El hombre se da cuenta, quizás en su inconsciente, de que si entra en la intuición de Jesús, en el misterio del amor, de la cruz y de la muerte, deberá recorrer un camino semejante al suyo, tomar la cruz cada día y seguirlo. Por eso nosotros resistimos inconscientemente a la inteligencia espiritual. Preferiríamos no tenerla, no saber, ir adelante a ciegas. Y sin embargo esa inteligencia es un don grandísimo y tenemos necesidad de él:

-Tenemos necesidad de él para comprender los misterios divinos, la relación entre la Cruz y la Trinidad; entre la Cruz y la paternidad de Dios; para intuir en este misterio divino el de nuestra vida y de nuestra muerte. Sin ese don no logramos mirar adelante con valentía en la vida.

-Tenemos necesidad de él para comprender cómo el misterio de Dios se revela en nuestro tiempo; para comprender cómo está escondido en nuestro tiempo, y cómo lo podemos encontrar; para comprender cómo Jesús crucificado y resucitado vive entre nosotros y podemos encontrarlo; para comprender cómo el Espíritu Santo está actuando por medio de nosotros y podemos dejarnos vivificar por Él.

Esta inteligencia de nuestro tiempo, visitado y amado por Dios, es extremadamente importante para no perder los ánimos frente a los fenómenos del secularismo y de la indiferencia religiosa; fenómenos que, según parece, aridecen nuestra sociedad.

Podríamos decir, con una imagen, que la inteligencia de Dios en nuestro tiempo es el don de descubrir los jardines, los espacios verdes, los hilos de hierba que crecen entre los pedregales; y de darles aire, agua, sol, para que crezcan mejor, nos alegren y cambien el rostro desfigurado de la sociedad.

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Adaptado de:
"Los dones del Espíritu Santo". Ejercicios espirituales para el pueblo. 
Carlo María Martini. Ed. San Pablo. Bogotá, 2008. 62 p.


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