La ciencia como don del Espíritu Santo es el conocimiento de Dios y de todas las cosas creadas en su relación con Dios.
- "Un cristiano movido por el Espíritu Santo sabe reconocer la diferencia".
"El ojo del mundo no ve más lejos de este muro cuando la puerta de la iglesia está cerrada; pero el ojo del cristiano ve hasta el fondo de la eternidad".
San Juan María Vianey
El significado del término "ciencia" en la Sagrada Escritura es diferente del concepto contemporáneo. Se refiere ante todo al conocimiento de Dios. Por consiguiente, es en este sentido como se habla del don espiritual de la ciencia, es decir de la capacidad de referir a Dios todas las cosas del mundo, yendo más allá de las apariencias y comprendiendo el valor simbólico, relativo, de toda criatura con respecto al ser y al misterio de Dios, de Aquel que lo ha creado todo.
Gracias al don de ciencia han nacido los grandes sistemas teológicos de la historia de la fe, y el cristianismo es capaz de contribuir a la búsqueda del significado último de las urgencias penúltimas frente a las cuestiones y a los desafíos culturales y éticos más variados (por consiguiente, tiene una particular importancia cultural, ética y social el don de ciencia). Gracias a la ciencia de la fe es posible captar los signos de los tiempos y los fermentos evangélicos presentes en todas partes, inclusive en situaciones aparentemente más cerradas a la luz de la verdad revelada. Gracias a la ciencia es posible comprender las necesidades concretas de una determinada comunidad y trazar para ella un proyecto pastoral adecuado.
El don de ciencia no es un don reservado a los estudiosos, a los científicos, aunque es necesario para ellos. Es un don bautismal de todos los fieles y con frecuencia -como los demás dones- se encuentra en las personas más humildes.
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Adaptado de:"Los dones del Espíritu Santo". Ejercicios espirituales para el pueblo.
Carlo María Martini. Ed. San Pablo. Bogotá, 2008. 62 p.
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