domingo, 19 de mayo de 2013

Los Dones y Frutos del Espíritu Santo

Adaptado de: 
"Los dones del Espíritu Santo". Ejercicios espirituales para el pueblo. 
Carlo María Martini. Ed. San Pablo. Bogotá, 2008. 62 p.


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«Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará. Reposará sobre el espíritu de Yahveh, espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahveh» (Is 11, 1-2)

Estos dos versículos inician un poema mesiánico, donde el profeta describe al Mesías, un futuro descendiente de David, hijo de Jesé. Se le compara con un retoño, con un ramo que nace de un árbol abatido por una grande tempestad. El retoño tiene algunas características, expresadas en tres parejas de sustantivos: sabiduría-inteligencia, consejo-fortaleza, ciencia-temor. A estos seis dones -que leemos en la Biblia hebrea-, la Biblia griega y la Biblia latina han agregado el don de la piedad, y son de todos modos todas características de un rey bueno, sabio en la paz (como Salomón era sabio, lleno de sabiduría e inteligencia), un rey precavido y fuerte en la guerra (como David estaba lleno de consejo y de fortaleza), un rey piadoso y religioso (como Josías y Ezequías), por consiguiente, lleno de conocimiento y de temor del Señor.

Hablar del Espíritu Santo es hablar de un hombre, es decir de Jesús, sobre quien el Espíritu Santo ha descendido en plenitud, en Él permanece, mora, reposa, se halla a sus anchas como en su propia casa. El Espíritu Santo ha expresado lo mejor de sí mismo en la vida de Jesús, Hijo del Padre. Es Jesús quien tiene la plenitud de los siete dones. Sin embargo, el texto de Isaías hace alusión también a que todo aquel que vive en Jesús, está en Jesús. En primer lugar María, la "llena de gracia". Luego cada bautizado, cada uno de nosotros que, en el sacramento, hemos recibido estas características, estas cualidades.

Cada cristiano vive de fe, esperanza y caridad:

La fe es perfeccionada por el espíritu de entendimiento, ciencia y consejo.
La esperanza es perfeccionada por el espíritu del temor de Dios y de fortaleza.
La caridad se expresa plenamente cuando es perfeccionada por la piedad y la sabiduría.

Por consiguiente, el cristiano es rico en virtudes y en dones. El Espíritu Santo nos colma de dones para atraernos a la plenitud del seno de Dios, a la plenitud eterna. Cuando llegamos a ser conscientes de ello, la vida cristiana puede correr en nosotros como un riachuelo, un torrente, un río.


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Del Catecismo de la Iglesia Católica 1831-1832:

La vida moral de los cristianos está sostenida por los dones del Espíritu Santo. Estos son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu Santo. Pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David (cf Is 11, 1-2). Completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas.

Los siete dones del Espíritu Santo son: 
Sabiduría, 
Inteligencia, 
Consejo, 
Fortaleza, 
Ciencia, 
Piedad 
Temor de Dios. 

Los frutos del Espíritu son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce (Ga 5,22-23, vulg.)


Caridad, 
Gozo, 
Paz, 
Paciencia, 
Longanimidad, 
Bondad, 
Benignidad, 
Mansedumbre, 
Fidelidad, 
Modestia, 
Continencia, 
Castidad 


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