«Yahveh te bendiga y te guarde;
ilumine Yahveh su rostro sobre ti y te sea propicio;
Yahveh te muestre su rostro y te conceda la paz.»
(Núm 6, 24-26)
Respondiendo a nuestra común vocación de colaborar con Dios y con todos los hombres de buena voluntad en la promoción de la concordia y la paz en el mundo, resistamos a la tentación de comportarnos de un modo indigno de nuestra humanidad.
A la luz de la Palabra de Dios, consideremos a todos los hombres «no esclavos, sino hermanos».
(Fragmento del mensaje de S. S. Francisco para la XLVIII Jornada Mundial de la Paz)
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