viernes, 9 de enero de 2015

Preces Expiatorias


PRECES EXPIATORIAS
Navidad y Epifanía
(Alabanza)

¡Señor Jesús, que por amor a los hombres estás ahí, realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar! Tú eres la Luz que ilumina nuestras mentes; el Camino, para los que peregrinamos hacia la Jerusalén celeste; la Verdad, para los que buscamos pequeñas verdades entre tantas falsedades; la Vida, que alimenta nuestras almas, asediadas por el mundo, la materia y el espíritu del mal; eres la vid en que estamos insertos.

Tu presencia amorosa nos está preguntando como un día a Pedro: "Pedro, ¿me amas?"

Para corresponder a tu amor, queremos aquí nosotros, comunidad de adoradores, imitarte reparando, y a la vez desagraviarte por los pecados nuestros y por los de todos los hombres, y otrar también en general por todos los pecadores.

Humillados, contritos, perdonados, alimentados en ágape celestial, implorando la intercesión de la Virgen santa María, Madre tuya y nuestra, inmaculada, asunta al cielo y medianera, todos unidos en esta noche, reconociendo nuestra propia incapacidad, pero enardecidos por tu Corazón, movidos por tu Santo Espíritu, y en adoración igual al Padre, elevamos nuestras voces suplicantes, para que aceptes benigno nuestra oblación.

Celebrando los misterios de tu Encarnación y Nacimiento, gozosos de contemplare en carne visible, queremos alabarte y proclamar especialmente nuestro amor, porque te has mostrado infinita y tiernamente amable. No hay otra religión en la tierra que nos hable de un Dios-Hombre, ni misterio tan humano en que tan de lleno entremos. Y, pues, a pesar de todo, hay tantos que no te aman y tantos que no te amamos bien, con humildad, en desagravio, queremos glorificarte.

Porque creaste la luz y las aguas y la tierra y viste que era bueno...
¡Te amamos, Señor, y te alabamos!

Porque creaste los astros -y una estrella dirigiste a Belén-, y las plantas y los peces, y las aves y las bestias y los hombres, y viste que todo era bueno...

¡Te amamos, Señor, y te alabamos!

Porque pusiste en el hombre la razón, la voluntad, la libertad y el amor, y el deseo y la facultad de gozarte eternamente en el cielo...

¡Te amamos, Señor, y te alabamos!

Porque a causa y a pesar del pecado de Adán y de todos los demás, fue tanto tu amor al mundo que a él te dignaste venir...
¡Te amamos, Señor, y te alabamos!

Porque realizas tus planes de modo sabio y misterioso, sin menoscabo ninguno de la libertad humana...
¡Te amamos, Señor, y te alabamos!

Porque permites al hombre, para su progreso y bien, sondear y descubrir con la ciencia y con la técnica, los secretos que escondiste en todos los seres creados...
¡Te amamos, Señor, y te alabamos!

Porque ya en la Epifanía mostraste tu deseo de que todos los humanos vengan al conocimiento de la Verdad, que eres Tú, y se salven...
¡Te amamos, Señor, y te alabamos!

Porque en espera de que los cristianos extendamos tu mensaje, ya en muchas partes del mundo, a través de diversas religiones, haces que los hombres quieran amarte y seguirte...
¡Te amamos, Señor, y te alabamos!

Porque te hiciste niño pequeño, y porque hoy estás en los niños pequeños y en los pobres y en los hambrientos y en los enfermos y en los encarcelados, para que en ellos te amemos...
¡Te amamos, Señor, y te alabamos!

Porque al nacer y al morir Tú en la tierra nos diste por Madre a tu Madre...
¡Te amamos, Señor, y te alabamos!

OREMOS:
Te queremos amar, Señor, pero no sabemos. Te queremos alabar, pero lo olvidamos. Infúndenos tu amor de tal manera, que te amemos como Tú nos amaste: hasta el fin, por encima de todo. Y que nos amemos mutuamente los hermanos, por mucho que nos cueste; y a los enemigos, por difícil que parezca; como Tú hiciste cuando estabas en la cruz. Por tal Amor, Señor, te alabamos por los siglos de los siglos.
Amén.




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