martes, 22 de diciembre de 2015

Oración de San Buenaventura



ORACIÓN DE SAN BUENAVENTURA

Traspasa, dulcísimo Señor Jesús, lo íntimo de nuestra alma con la suavísima y salubérrima herida de tu amor y caridad verdadera, pacífica, apostólica y santísima, para que nuestra alma, sólo en tu deseo y amor languidezca y se deshaga, a Ti sólo anhele, desfallezca en tus atrios y desee morir y estar contigo. Da a nuestra alma hambre de Ti, pan de los Ángeles, alimento de las almas santas, pan nuestro cotidiano supersubstancial, que tiene en sí toda dulzura y exquisito gusto, toda delicia y suavidad. A Ti, a quien los Ángeles desean contemplar, aspiremos siempre y de Ti se sacie nuestro corazón y con la dulcedumbre de tu sabor se harten las entrañas de nuestra alma; siempre tengamos sed de Ti, fuente de vida, fuente de sabiduría y de ciencia, fuente de luz eterna, torrente de delicias, riqueza de la casa de Dios; a Ti siempre ambicionemos, a Ti busquemos, a Ti encontremos, a Ti vayamos, a Ti lleguemos, a Ti meditemos, de Ti hablemos y hagamos todo para gloria y alabanza de Tu Nombre con humildad y discreción, con amor y complacencia, con facilidad y afecto, con perseverancia hasta el fin. Tú sólo seas siempre nuestra esperanza, nuestro placer, nuestra alegría, toda nuestra confianza, nuestra riqueza, nuestro gozo, nuestra quietud y tranquilidad, nuestra paz, nuestra suavidad, nuestro olor, nuestra dulzura, nuestro alimento, nuestra refección, nuestro refugio, nuestro auxilio, nuestra sabiduría, nuestra heredad, nuestra posesión, nuestro tesoro, en el cual fija, firme e imperturbable, esté radicada para siempre nuestra mente y nuestro corazón. Amén.

* * * * *

«El ministerio de la mesa de Jesús reveló que la partición del pan -al igual que la experiencia íntegra de Jesús- fueron ambos un acto de hospitalidad y una invitación al perdón. También simbolizó la apertura de reconciliación que marcaría la vida de todo seguidor de Jesús. La armonía sería una señal de hermandad en la mesa y en la vida comunitaria, sin división entre liturgia y vida. La ética de amor y reconciliación es esencial para ambas». (Edward Foley, "Hagan esto en conmemoración mía", p. 41)



0 comentarios:

Publicar un comentario