lunes, 21 de diciembre de 2015

Preces Expiatorias


PRECES EXPIATORIAS
Adviento
(Preparación y esperanza)

¡Señor Jesús, que por amor a los hombres estás ahí, realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar! Tú eres la Luz que ilumina nuestras mentes; el Camino, para los que peregrinamos hacia la Jerusalén celeste; la Verdad, para los que buscamos pequeñas verdades entre tantas falsedades; la Vida, que alimenta nuestras almas, asediadas por el mundo, la materia y el espíritu del mal; eres la vid en que estamos insertos.

Tu presencia amorosa nos está preguntando como un día a Pedro: "Pedro, ¿me amas?"

Para corresponder a tu amor, queremos aquí nosotros, comunidad de adoradores, imitarte reparando, y a la vez desagraviarte por los pecados nuestros y por los de todos los hombres, y otrar también en general por todos los pecadores.

Humillados, contritos, perdonados, alimentados en ágape celestial, implorando la intercesión de la Virgen santa María, Madre tuya y nuestra, inmaculada, asunta al cielo y medianera, todos unidos en esta noche, reconociendo nuestra propia incapacidad, pero enardecidos por tu Corazón, movidos por tu Santo Espíritu, y en adoración igual al Padre, elevamos nuestras voces suplicantes, para que aceptes benigno nuestra oblación.

En este tiempo de Adviento deseamos, Señor, disponernos para acoger el misterio de tu venida, avivando nuestra fe y nuestra esperanza, los que vivimos en este mundo, que no quiso y no quiere recibirte, y ser, con tu ayuda testimonio de fortaleza y caridad para los que hayan de acercarse a ti, por nuestro ejemplo de vida.

Solidarios del género humano y su historia, en esta época nueva de cambios profundos y acelerados, llena de peligros y tensiones, de inquietudes, ansias, ilusiones y esperanzas:

Cuando se te niega o se dice que de tu divinidad nada se puede conocer; cuando hay quien no quiere saber nada de Ti y quien afirma que el hombre se basta a sí mismo en el mundo...

¡Queremos creer y esperar en Ti, Señor!

Cuando se niega tu existencia, porque hay tantos males en el mundo o se tienen tantos bienes o tanto apego a la tierra que no creen necesitarte; o porque tus hijos, los creyentes, desviados o indolentes, han velado tu genuino rostro...

¡Queremos creer y esperar en Ti, Señor!

Cuando se te rechaza porque dicen que prometes un cielo eterno y bello, pero impides el progreso y el desarrollo humano en la tierra...

¡Queremos creer y esperar en Ti, Señor!

Ante aquellos que niegan tu ley inscrita en los corazones y, desviada su conciencia, obedecen no a Ti sino a ella...

¡Queremos creer y esperar en Ti, Señor!

Ante los Libros Sagrados, que contienen tu Palabra, milagrosamente revelada y transmitida, pero que muchos no aceptan...

¡Queremos creer y esperar en Ti, Señor!

Ante el anuncio y preparación de tu Reino por los profetas, y tu pacto repetido desde Adán, con Noé, Abraham y Moisés, en la Antigua Alianza...

¡Queremos creer y esperar en Ti, Señor!

Ante ese pacto sellado con tu Sangre, en la Nueva Alianza, con el nuevo Pueblo de Dios, tu Iglesia Santa, asistida por Ti y afianzada y proclamada por mártires, papas, padres y concilios, en el correr de los siglos...

¡Queremos creer y esperar en Ti, Señor!

En medio de tantas luchas, dudas y falsos profetas, con que pruebas nuestra fe y nuestra esperanza...

¡Queremos creer y esperar en Ti, Señor!


OREMOS:
Señor Dios, creemos en Ti y en tu Palabra y en tu Acción en nuestras almas. ¿Cómo, si no, estaríamos aquí? Pero Tú aumenta nuestra fe, agranda nuestra esperanza para que, superando con firmeza nuestras fallas y temores y los de los que nos rodean, te seamos fieles como el anciano Simeón, para darte gozo esperando tu venida. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén.

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