Por: María Josefina de Jesús, ocd.
¡Andariego de Dios!... ¡como Él lo fuera!
Calcando vas el paso en Sus pisadas
y sabes el dolor de Sus jornadas,
del sol que tuesta y del frío que hiela...
Sembrador de la Luz, por donde pasas,
la piedra se convierte en sementera.
Y al caer de tu siembra en la ladera,
brotan llamas del Fuego en que te abrasas.
¡Qué, importa, pues, que no se te comprenda,
si el mundo para Él estuvo ciego;
si su Cruz es la gloria de tu senda
Y el Cielo se entreabre por tu ruego!
¿A Quién dicha más grande se le ofrenda
que ser su Cristo el Dios del Andariego?
* * *
Tomado de: La Red. Semanario de la Arquidiócesis de San Luis Potosí. Año 2. #84. Septiembre 2010.
¡Andariego de Dios!... ¡como Él lo fuera!
Calcando vas el paso en Sus pisadas
y sabes el dolor de Sus jornadas,
del sol que tuesta y del frío que hiela...
Sembrador de la Luz, por donde pasas,
la piedra se convierte en sementera.
Y al caer de tu siembra en la ladera,
brotan llamas del Fuego en que te abrasas.
¡Qué, importa, pues, que no se te comprenda,
si el mundo para Él estuvo ciego;
si su Cruz es la gloria de tu senda
Y el Cielo se entreabre por tu ruego!
¿A Quién dicha más grande se le ofrenda
que ser su Cristo el Dios del Andariego?
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Tomado de: La Red. Semanario de la Arquidiócesis de San Luis Potosí. Año 2. #84. Septiembre 2010.
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